La persistencia de la memoria.

Cuando era pequeña sufría una pequeña maldición, si leía un cuento o una tira cómica, memorizaba buena parte de la historia, podían pasar semanas o incluso años, si lo volvía a leer, lo más probable, era que recordara casi todo. No ocurría así con algunas cosas de la escuela, claro xD. En ese apartado mi fuerte siempre fue la comprensión, si lo comprendía y luego podía explicarlo a mi manera el concepto se quedaba conmigo.

A lo largo de mi vida he vivido muchas situaciones que se han quedado grabadas en mi memoria, no todas son buenas, claro. Todas están atrapadas en aquello denominado preconsciente / subconsciente, una asociación o evento las saca de ahí y las tengo frescas en la memoria, para bien o para mal. Recuerdo claramente el día en el que mi madre, llorando, me dijo que mi abuela había muerto, en ese momento yo acababa de regresar de la escuela, tenía 5 años. Ella me decía que se había quedado sola y recuerdo que no sabía que decirle, tampoco sé si en ese momento ya tenía asimilado el concepto de la muerte, el punto es que le dije tú no estás sola, estás conmigo. Supongo que ese es uno de los eventos que, sí o sí, se graban a fuego en nuestra memoria.

Recuerdo situaciones de todo tipo, algunas son completamente intrascendentes, pero ahí están, almacenadas en mi memoria, viajes en autobús, caminatas al cole / U, charlas en vivo o por mensajería, incluso el contenido de algún e-mail. Todo está ahí, guardado, esperando que algo lo haga surgir y con ello, también surgen las emociones. Me encuentro en el punto en el que puedo recordar conversaciones enteras y termino sobreanalizando las cosas, me quedo con el detalle importante, lo demás desaparece. Puedo “olvidar” de forma voluntaria, como ejercicio de supervivencia de este todo que me conforma, pero las cosas siguen ahí, en la superficie, aguardando para salir y clavarme sus dientes en la herida fresca.