Pequeñas colecciones.

Clara es una de las enfermeras más queridas y respetadas del Hospital Psiquiátrico, siempre tiene una sonrisa para regalar; el personal, los pacientes y sus familias la aprecian. Es una señora muy encantadora.

Su trabajo no es gratificante, muchas veces tiene que asear a pacientes que han defecado en sus camas, sin embargo Clara siempre les regala una sonrisa y les habla con suavidad.

Muchas veces Clara se ofrece voluntaria para el turno nocturno. Es una mujer que vive sola y como ella dice, le gusta pasar el rato haciendo algo útil. Sus superiores siempre la ponen de ejemplo de trabajo sacrificado y bien hecho.

Todo el mundo ignora que Clara es una coleccionista, las colecciones requieren mucho trabajo y Dios sabe que nunca están completas, siempre hay nuevos elementos que agregar, o incluso reparar. Realmente, mantener una colección es un verdadero quebradero de cabeza.

Aquella noche Clara tejía unos calcetines, más tarde quizás leería un poco o resolvería unos crucigramas. El turno nocturno suele ser muy tranquilo, solo tendría que hacer un par de rondas reglamentarías, quizás cubrir bien a un paciente o inyectar la medicación de otro. Ese día estaba cubriendo el ala de los pacientes catatónicos, así que sería una noche mucho más tranquila de lo habitual.

Nuestra encantadora enfermera teje animada, desde hace unos días está pensando incluir un nuevo elemento en su colección. Clara sonríe, es como una niña cuando entra en una dulcería, observa con cariño la labor y luego revisa la lista de los pacientes a su cargo, se fija en un paciente al que nadie ha visitado. -Pobrecillo mío, casi dos años aquí y nadie te ha visitado. El corazón sensible de Clara siente mucha pena, así que decide visitarlo y alegrarle un poco la noche, aunque él no se entere.

Clara se dirige a la habitación, golpea suavemente con los nudillos y pide permiso. Nadie le responde, claro, pero la buena educación ante todo. Los goznes de la puerta chirrían y Clara hace una mueca de disgusto, deberá tener una charla muy seria con el encargado de mantenimiento. Se acerca a la cama y examina los signos vitales del paciente. El hombre está muy delgado y demacrado, sus mejillas están descarnadas, la enfermera frunce el ceño. Tal pareciera que no lo están cuidando del todo bien.

La enfermera levanta la sábana y descubre las piernas del enfermo, acaricia muy suavemente los dedos de sus pies y empieza a canturrear -Este cerdito se fue al mercado... Al final se decanta por el meñique del pie derecho. Entonces de su bolsillo saca unas pequeñas tijeras para podar y con la presteza propia del coleccionista cercena limpiamente el dedo, lo envuelve en una gasa y lo guarda en una fundita. Clara es una enfermera excelente y rápidamente hace un torniquete en la herida, más tarde inyectara solución salina y nadie notara nada.

La encantadora enfermera se acerca a la cabecera de la cama y acaricia el rostro del paciente. -Lo sé querido mio, lo sé, no te preocupes, Clara está aquí y ella cuidará de ti.

En la mañana siguiente la enfermera del turno matutino lee atentamente las instrucciones que Clara ha dejado apuntadas. El paciente está bajo de peso y debe comer más. La mujer se da cuenta de que el hombre tiene unos calcetines nuevos. -Se los debió tejer Clara, es una Santa. El paciente derrama una sola lágrima.

#Clara.