Cuack

Clara

Todo comenzó el 14 de Febrero, no me considero una romántica, lo sabes muy bien, sin embargo... ¡al demonio!, fue tan especial, tienes la culpa de que me haya vuelto cursi, la mejor semana de mí, o quizás debería decir nuestra vida. Fue una semana de locura, ¿lo recuerdas amor? Habíamos empezado en la ducha del que entonces, aún era tu departamento; el agua caliente resbalando por nuestra piel, tus manos, ¡oh Dios! tus manos estaban por todo mi cuerpo, siempre has sido un travieso y no es que me queje, pero en ese momento te ansiaba en mi boca, estabas tan duro... Me mojo solo de recordarlo.

Empacamos tus efectos personales y nos encaminamos a mi casa, de ahora en adelante nuestro hogar. Por suerte el elevador funcionaba, ya sabes que a veces se avería, habría resultado todo un ejercicio subir los 12 pisos. Sigo sin creer que hayas tenido la osadía de tomarme allí mismo, aunque estaba muy excitada, tú lo notaste claro, si hasta el piso del ascensor recibió mis fluidos. Pero lo peor fue cuándo la puerta se abrió en el 10º, creí que me moriría de la vergüenza si nos veían ahí, y tú, maldito descarado ¡empezaste a bombearme con más fuerza! Menos mal que no había nadie afuera, pero eso no ha evitado que dejes de bromear con la anécdota y no, no creo que a nuestros futuros nietos les interese saber que su abuela apretó con mucha fuerza el pene del abuelo ante la perspectiva de ser descubiertos dentro del ascensor por la vecina entrometida del 10º.

Aquella primera mañana en la que desperté a tu lado en nuestra cama yo, esto sonará tonto lo sé, bueno, también sonará algo inquietante, pero estuve observándote varios minutos, estaba literalmente embriagada con tu belleza. Usando los dedos, apenas un par de centímetros sobre tu piel, trace el contorno de tus formas; no creo que seas consciente de lo hermoso que eres, de lo electrizante que me resulta tu tacto, mis pezones se endurecieron en el acto, te deseaba tanto. Te tome con una mano y te cobije entre mis pechos, estaba temblando de la excitación, pero logre controlarme, no quería despertarte bruscamente, quería sentirte crecer lentamente, me hacía sentir poderosa. Te toque con la punta de la lengua, salado, pero también dulce, delicioso. No lo resistí más y te monte con intensidad, tuve que morderme la mano para no gritar de placer.

Nunca pensé que podríamos ser tan felices juntos, incluso en las tareas más sencillas te las arreglabas para hacerme sonreír, tampoco permitías que mis desastres en la cocina me amilanaran. Aunque, siendo justos, un par de esos desastres fueron responsabilidad tuya, empiezas a acariciarme el cuello y la espalda, sabiendo muy bien lo erógenas que me resultan esas zonas y claro, terminamos haciéndolo en el suelo de la cocina. Esa noche tuvimos que conformarnos con una pizza. O cómo aquella vez que me las arregle para que buena parte de tus bóxers terminaran de color rosa, no tenía ni idea de que mi blusa nueva desteñía, pero me castigaste, me follaste con tanta furia sobre la lavadora, no te detuviste ni cuando la botella de suavizante nos cayo encima.

En esta maravillosa semana lo hemos hecho en cada rincón de la casa, ningún mueble ni estructura se ha librado de nuestra pasión descontrolada, lo mismo se podría aplicar a cada uno de mis orificios, han sido usados y rellenados tal cantidad de veces que ni una vida bastaría para expresarlo. Nuestro hogar huele a sexo, mi piel está impregnada con tu esencia. ¿Has visto que en los thrillers suelen usar esas lámparas de rayos ultravioleta para buscar fluidos? si lo llegan a hacer aquí cualquier pintura de Pollock sería un chiste comparado con lo que verían. Éramos tan felices juntos, ¡por qué tenían que entrometerse en nuestros asuntos!

* * *

En la ciudad no se hablaba de otra cosa, todos los medios se comunicación se estaban cebado con la historia, cada medio anunciaba una primicia del caso prácticamente a diario. El continuo desfile de psiquiatras, abogados e incluso religiosos parecía no tener fin, se hablaba de psicosis, de posesión demoníaca, de falta de valores, había incluso quienes lo veían como un acto feminista extremo, aunque esta teoría no tenía adeptos. Lo único en lo que todos los medios habían coincidido era en la detallada recreación de los hechos a saber: Elena Bustamante se había reunido con su novio Xavier Vargas en un restaurante de moda, las cámaras de vigilancia del estacionamiento del recinto lo corroboraban. Habían compartido una cena normal y no destacaban especialmente, eran, a ojos vista, una de las múltiples parejas celebrando San Valentín. A las 22:45 horas habían partido con rumbo al departamento del Señor Vargas. El portero nocturno había registrado su entrada al edificio cerca de las 23:20 horas. A las 11:38 del día siguiente la Señorita Bustamante había abandonado el inmueble llevando consigo una pequeña maleta, el portero del turno matutino la había ayudado a colocarla en un taxi y, según las palabras de ambos testigos, el aspecto de Elena era normal, e incluso la joven se mostraba muy animada.

Ése fue el último día en el que E. Bustamante fue vista, la siguiente semana no abandono su departamento y no fue hasta su puesta en manos de las autoridades que reapareció. El informe del medico legista que había realizado la autopsia de X. Vargas había sido filtrado a los medios por una fuente anónima. Además gran parte de las fotografías tomadas por la unidad forense ya eran de dominio público, pues alguien las había subido a Facebook, la página ya no era accesible, pero no hacía falta, existían miles de copias en la red. Gracias a ellas los medios habían podido continuar la recreación. En algún momento de la noche E. Bustamante había atado las muñecas y tobillos de X. Vargas a la cama, ademas estaba amordazado, las autoridades aún no se descartaban que ésto fuese parte de un juego erótico, luego de lo cual había sido efectuada la castración, la misma había sido realizada con un par de tijeras. El ahora occiso se había desangrado varias horas después y no fue encontrado hasta 4 días después.

Los hechos acaecidos posteriormente eran los que más revuelo habían causado; durante toda esa semana Elena Bustamante había utilizado el miembro cercenado como si de un dildo se tratase. Los hechos más escabrosos habían sido suavizados en los medios masivos, sin embargo también se habían colado fotografías del aspecto del pene de X. Vargas, el cual se encontraba en avanzado estado de descomposición y, al parecer, E. Bustamante había introducido varillas de metal para otorgarle rigidez.

La joven había sido declarada mentalmente enajenada y se encontraba recluida en una institución mental a la espera de una correcta evaluación psiquiátrica. A las afueras del hospital se había reunido un nutrido grupo de periodistas, además de muchos curiosos. Sin embargo en el hospital psiquiátrico todo transcurría con normalidad, Elena había sido puesta en aislamiento y se negaba a hablar o comer, por lo que se le estaban suministrando nutrientes de forma intravenosa, además había tenido que ser inmovilizada, ya que había tratado de cortarse las venas nada más llegar al hospital. El staff se había reunido y estaban analizando el mejor modo de encarar la situación.

Pero había una persona con la que Elena sostenía breves conversaciones, la enfermera se había ganado su confianza y poco a poco había llegado a conocer los motivos que la habían llevado a cometer tales actos. Durante la cena del 14 de Febrero Xavier le había dicho a Elena que ahora su pene le pertenecía exclusivamente a ella, que era su dueña y podría usarlo como lo deseara. – Sólo hice lo que él me pidió, me gustaría poder verlo, pero ninguno de ésos me hace caso. Dijo con voz queda mientras la enfermera la aseaba. – Te entiendo querida. Le dijo al salir de la habitación.

La enfermera se dirigió a los vestuarios, su turno había terminado, era hora de volver a casa. En el trayecto paso por una florería y compro una preciosa orquídea, le dio una pequeña propina al encantador joven que la había atendido con tanta amabilidad y partió. Al llegar a casa la mujer se dedico a poner un poco de orden en el salón, aunque en realidad no hacía falta, el aspecto de la casa era impoluto, la decoración era algo anticuada, pero no dejaba de ser alegre. Mientras sacudía los cojines no dejaba de pensar en la pobre Elena, al terminar se observo en el espejo. Los años no habían pasado en vano, ya no era la jovencita de antaño, su cuerpo era diferente, pero en sus ojos se conservaba el mismo brillo juvenil, algo es algo. Tomo la orquídea y la puso en un bonito jarrón de vidrio, luego se dirigió al pasillo de la vivienda y se detuvo delante de una de las habitaciones, dudando si entrar. – Pobre muchacha. Musito con tristeza.

Y claro que entendía a Elena, mucho tiempo atrás ella también había amado con pasión, con esa clase de amor que solo se vive una vez; se descalzo y casi con timidez entro a la pequeña habitación, dentro había un lindo altar, la decoración era más sobria y casi solemne. Clara poso una mano en la pulida superficie de madera y suspirando con ternura sujeto el frasco en el que plácidamente flotaba el corazón de su amado.

#Clara

Clara es una de las enfermeras más queridas y respetadas del Hospital Psiquiátrico, siempre tiene una sonrisa para regalar; el personal, los pacientes y sus familias la aprecian. Es una señora muy encantadora.

Su trabajo no es gratificante, muchas veces tiene que asear a pacientes que han defecado en sus camas, sin embargo Clara siempre les regala una sonrisa y les habla con suavidad.

Muchas veces Clara se ofrece voluntaria para el turno nocturno. Es una mujer que vive sola y como ella dice, le gusta pasar el rato haciendo algo útil. Sus superiores siempre la ponen de ejemplo de trabajo sacrificado y bien hecho.

Todo el mundo ignora que Clara es una coleccionista, las colecciones requieren mucho trabajo y Dios sabe que nunca están completas, siempre hay nuevos elementos que agregar, o incluso reparar. Realmente, mantener una colección es un verdadero quebradero de cabeza.

Aquella noche Clara tejía unos calcetines, más tarde quizás leería un poco o resolvería unos crucigramas. El turno nocturno suele ser muy tranquilo, solo tendría que hacer un par de rondas reglamentarías, quizás cubrir bien a un paciente o inyectar la medicación de otro. Ese día estaba cubriendo el ala de los pacientes catatónicos, así que sería una noche mucho más tranquila de lo habitual.

Nuestra encantadora enfermera teje animada, desde hace unos días está pensando incluir un nuevo elemento en su colección. Clara sonríe, es como una niña cuando entra en una dulcería, observa con cariño la labor y luego revisa la lista de los pacientes a su cargo, se fija en un paciente al que nadie ha visitado. -Pobrecillo mío, casi dos años aquí y nadie te ha visitado. El corazón sensible de Clara siente mucha pena, así que decide visitarlo y alegrarle un poco la noche, aunque él no se entere.

Clara se dirige a la habitación, golpea suavemente con los nudillos y pide permiso. Nadie le responde, claro, pero la buena educación ante todo. Los goznes de la puerta chirrían y Clara hace una mueca de disgusto, deberá tener una charla muy seria con el encargado de mantenimiento. Se acerca a la cama y examina los signos vitales del paciente. El hombre está muy delgado y demacrado, sus mejillas están descarnadas, la enfermera frunce el ceño. Tal pareciera que no lo están cuidando del todo bien.

La enfermera levanta la sábana y descubre las piernas del enfermo, acaricia muy suavemente los dedos de sus pies y empieza a canturrear -Este cerdito se fue al mercado... Al final se decanta por el meñique del pie derecho. Entonces de su bolsillo saca unas pequeñas tijeras para podar y con la presteza propia del coleccionista cercena limpiamente el dedo, lo envuelve en una gasa y lo guarda en una fundita. Clara es una enfermera excelente y rápidamente hace un torniquete en la herida, más tarde inyectara solución salina y nadie notara nada.

La encantadora enfermera se acerca a la cabecera de la cama y acaricia el rostro del paciente. -Lo sé querido mio, lo sé, no te preocupes, Clara está aquí y ella cuidará de ti.

En la mañana siguiente la enfermera del turno matutino lee atentamente las instrucciones que Clara ha dejado apuntadas. El paciente está bajo de peso y debe comer más. La mujer se da cuenta de que el hombre tiene unos calcetines nuevos. -Se los debió tejer Clara, es una Santa. El paciente derrama una sola lágrima.

#Clara.

Clara se encontraba disfrutando de una bien merecida taza de té luego de un día de arduo trabajo. Lo acompañaba con galletitas y resolvía un crucigrama, uno de sus pasatiempos predilectos. Sin embargo, los problemas y pequeñas distracciones, siempre están al orden del día y así fue como su gatito, Bolita, le dio un susto al saltar sobre su regazo y, ni corto ni perezoso, el minimo dejó caer un dedo humano sobre el plato de galletitas.

-¡Pero que diablillo eres! Mamá ya te ha dicho que no te acerques a su habitación especial. Dijo Clara con dulzura, mientras acariciaba el lomo del gato.

#Clara