Cuack

A veces pienso cosas y, en raras ocasiones, escribo cuentos con horrores de puntuación.

Lo siguiente, con seguridad, no tendrá un orden claro, mi sistema de pensamiento va a saltos, me disculpo con antelación.

Crecí en los 80, durante la primera mitad de la década apenas me enteraba de algo, durante la segunda mitad estaba dividida entre las pelis / series que me aterrorizaban, aunque no fuesen de terror en sí, y la cotidianidad de una infancia que no era del todo “normal”, ni dentro de mi familia, ni fuera de ella. En el cine y la televisión solo existían dos extremos, el porno y lo que no era porno, muchas de las pelis, esas pelis con las que crecimos, hoy tendrían marcado un bonito PG-13 o directamente un R, sin embargo, las salas de cine podían estar llenas de niños y adolescentes y muchos de esos personajes, luego, terminaban en una serie animada. Piénsenlo, RoboCop vio la luz en el 87, en el 87, con lo de la mano de Murphy o la famosa escena del ácido, ¿Daba miedo? ya lo creo que sí, las pesadillas estaban aseguradas (hace poco la volví a ver y me dio cosilla) pero ninguno de nosotros, así en general, terminó traumatizado. Ni el estudio, ni Verhoeven recibieron cartas de amenaza o fueron víctimas de boicot (1). El entretenimiento era eso, nos quedábamos pegados frente a la tele mirando a Indy, riendo con las aventuras de David y Maddie (Luz de Luna), Sly era Rocky o Rambo, Chuck andaba también por ahí. Teníamos a los héroes hombres duros de acción y a esos Michael, Jason, Freddy y otros que nos quitaban el sueño. Los niños / adolescentes eramos solo niños, no eramos unas cosas ultradelicadas que debían ser protegidas de cualquier nube que tapara el sol. Nuestros padres ya nos echaban de la habitación cuando había visitas y tenían que hablar de cosas de adultos, no se nos protegía, ni se nos veía como disminuidos mentales.

Las cosas, en la actualidad, son muy diferentes, ahora tenemos a todo un grupo que padece de ofendiditis aguda, tienes que andar con mucho cuidado para decir X, no vaya a ser que alguien te salte al cuello porque, eso que has dicho, eso que puede ser muy específico, resulta ofensivo, la mejor parte es que, quizás, lo que dijiste, no es ofensivo en sí para la persona que ha saltado a tu cuello, pero puede ser ofensiva para otros. Un otro al que no conoces, un otro que hasta podría reír de lo que has dicho o meterte un puñetazo (justificado según el nivel de burrada y tu convicción al decirlo / incapacidad de explicarte), un otro que podría defenderse solo, sin que aquel ofendidito tenga que desgañitarse en su nombre. Las situaciones pueden ser surrealistas, digamos que tienes un hijo de 4 años y el niño se pinta la cara de negro, agarra un rotulador, deja perdidos 2 almohadones, una camiseta, tu bolso y además va por ahí con la cara negra. Lográs contenerte para no darle un buen par de nalgadas (maltrato ahora), pero antes de ponerte a limpiar, le tomas una foto al niño y la compartes en tu red social de preferencia, si, además, tienes un sentido del humor idiota (como yo) podrías poner un pie de foto desafortunado “Mi monito ha hecho de las suyas”. Limpias todo (y cruzas los dedos para que se quede así al menos un par de horas) y te olvidas del tema. Al día siguiente consultas esa red social y ves que aquella foto inocente ha sido compartida por medio mundo y que la gente te dice de todo, te acusan de racista, de mala madre, de ser un ser insensible, de X.

No estoy justificando el racismo, creo que hay situaciones que sí que son racistas, pero no puedes usar esa carta para absolutamente todo, lo mismo va para (Dios bendito, ampárate de mi alma) el machismo. Si tu compañero de la ofi es medio tonto y como fondo de pantalla tiene a una chica en bikini, pues bueno no se mete contigo, ni con nadie, de forma directa (en el supuesto de que no sea un baboso 100% real), de lo que sí que lo puedes acusar es de no tener cierta respetabilidad en su entorno de trabajo, pero no de machismo y mucho menos puedes decir que su fondo de pantalla te hiere en tu sensibilidad de mujer. Chica, si te molesta, pues ponte uno del Momoa en traje de baño, contraataque puro y duro, y de paso te alegras la vista. Hemos llegado a un punto en el que un científico(2) debe pedir disculpas a todos (incluso al niño Dios) por llevar puesta una camisa con un estampado de “chicas rudas”, camisa que le fue regalada por una amiga. Vivimos en un mundo en el que debemos pensar lo que escribimos antes de darle a enter. Quiero ser clara, soy una persona con un sentido del humor muy bestia, pero, al mismo tiempo, soy consciente, muuuy consciente de que lo que puedo soltar no es del agrado de todo el mundo y puede ser ofensivo / desagradable si se lo descontextualiza. Soy la clase de persona que se siente mal y puede pasar horas / días / meses pensando “espero haberme aclarado, no quería ofender a nadie”. ¿Pruebas? hace unos años estaba bromeando fuera de la facultad, no recuerdo de qué y dije algo sobre “zorras” justo en ese momento pasó una chica de mi clase, que llevaba una camiseta con un zorro estampado y se nos quedó mirando... Igual y la chica ni se entero, pero con el timbre de voz que manejo y las risas que ocasioné, bueno, que empecé a disculparme y a explicarle de que hablaba. No tengo mala intención al hacer una broma, pero repito, mi sentido del humor es bestia, así que trato de contenerlo en safe spaces (xD). Que por cierto, mi generación no los tuvo, si la muerte de la mamá de Bambi te ponía a llorar, pues te jodías, nadie iba a escribir una reseña, advirtiendo antes, sobre cualquier pequeño detalle que pudiese ser ofensivo / controvertido, apechugabas y ya, porque es lo que hemos hecho durante toda la historia de la humanidad. Las cosas han ido cambiando, claro, el trabajo infantil es ilegal(3), pero hasta hace apenas 100 años no era raro que niños trabajasen en cualquier cosa, daba igual que fuese peligrosa, si se morían, pues dabas un par de centavos extra y ya. Los cambios necesarios se han producido, aún hay mucho por cambiar, cosas importantes en verdad, pero la atención mundial se enfoca en si un idiota se sienta totalmente despatarrado en el metro, que oye, es de mala educación sí, pero no es algo que te afecte de verdad y cuando digo que te afecte quiero decir que no es como si fueses una niña de 9 años que debe casarse con un viejo de 50, tú te cambias de asiento, twitteas tu disgusto, te olvidas del problema y listo.

Creo firmemente en la libertad de expresión, pero sé que muchos confunden esa libertad, la libertad de decir lo que piensas, con una oportunidad para verter odio en el mundo y los ofendiditos no ayudan en nada, son rápidos a la hora de encender la hoguera, pero cuando la verdad sale a la luz, parecería que se ocultan y minimizan el evento que han causado. El ofendidito no ayuda, en muchos casos, a la persona / causa que ha adoptado, todo lo contrario, hace que el grueso de la población comience a tomar otras medidas, que su forma de pensar cambie debido a la sobreexplotación del tema. Ya tenemos a la zanahoria esa en D.C, a Bolsonaro en Brasil, y otros como ellos comienzan a ganar mas y mas adeptos, porque la izquierda ha olvidado lo que era y ahora medran en mil causas pequeñas, mientras dejan a su electorado base en el olvido y la derecha no es ciega.

(1) Claro que quizás hubo gente que sí que se ofendería con el tema o enviaría cartas de rechazo, pero no se veían las hordas de ofendiditos que podemos ver en la actualidad porque un personaje X dice “vagina” o inserte aquí tema / palabra controvertido.

(2) https://es.gizmodo.com/estupidez-del-dia-esta-camisa-sexista-es-un-paso-atras-1658742441

(3) Pero y lo que se ahorran enviando la producción a países del tercer mundo...

Clara es una de las enfermeras más queridas y respetadas del Hospital Psiquiátrico, siempre tiene una sonrisa para regalar; el personal, los pacientes y sus familias la aprecian. Es una señora muy encantadora.

Su trabajo no es gratificante, muchas veces tiene que asear a pacientes que han defecado en sus camas, sin embargo Clara siempre les regala una sonrisa y les habla con suavidad.

Muchas veces Clara se ofrece voluntaria para el turno nocturno. Es una mujer que vive sola y como ella dice, le gusta pasar el rato haciendo algo útil. Sus superiores siempre la ponen de ejemplo de trabajo sacrificado y bien hecho.

Todo el mundo ignora que Clara es una coleccionista, las colecciones requieren mucho trabajo y Dios sabe que nunca están completas, siempre hay nuevos elementos que agregar, o incluso reparar. Realmente, mantener una colección es un verdadero quebradero de cabeza.

Aquella noche Clara tejía unos calcetines, más tarde quizás leería un poco o resolvería unos crucigramas. El turno nocturno suele ser muy tranquilo, solo tendría que hacer un par de rondas reglamentarías, quizás cubrir bien a un paciente o inyectar la medicación de otro. Ese día estaba cubriendo el ala de los pacientes catatónicos, así que sería una noche mucho más tranquila de lo habitual.

Nuestra encantadora enfermera teje animada, desde hace unos días está pensando incluir un nuevo elemento en su colección. Clara sonríe, es como una niña cuando entra en una dulcería, observa con cariño la labor y luego revisa la lista de los pacientes a su cargo, se fija en un paciente al que nadie ha visitado. -Pobrecillo mío, casi dos años aquí y nadie te ha visitado. El corazón sensible de Clara siente mucha pena, así que decide visitarlo y alegrarle un poco la noche, aunque él no se entere.

Clara se dirige a la habitación, golpea suavemente con los nudillos y pide permiso. Nadie le responde, claro, pero la buena educación ante todo. Los goznes de la puerta chirrían y Clara hace una mueca de disgusto, deberá tener una charla muy seria con el encargado de mantenimiento. Se acerca a la cama y examina los signos vitales del paciente. El hombre está muy delgado y demacrado, sus mejillas están descarnadas, la enfermera frunce el ceño. Tal pareciera que no lo están cuidando del todo bien.

La enfermera levanta la sábana y descubre las piernas del enfermo, acaricia muy suavemente los dedos de sus pies y empieza a canturrear -Este cerdito se fue al mercado... Al final se decanta por el meñique del pie derecho. Entonces de su bolsillo saca unas pequeñas tijeras para podar y con la presteza propia del coleccionista cercena limpiamente el dedo, lo envuelve en una gasa y lo guarda en una fundita. Clara es una enfermera excelente y rápidamente hace un torniquete en la herida, más tarde inyectara solución salina y nadie notara nada.

La encantadora enfermera se acerca a la cabecera de la cama y acaricia el rostro del paciente. -Lo sé querido mio, lo sé, no te preocupes, Clara está aquí y ella cuidará de ti.

En la mañana siguiente la enfermera del turno matutino lee atentamente las instrucciones que Clara ha dejado apuntadas. El paciente está bajo de peso y debe comer más. La mujer se da cuenta de que el hombre tiene unos calcetines nuevos. -Se los debió tejer Clara, es una Santa. El paciente derrama una sola lágrima.

#Clara.

No es de extrañar que las costumbres y/o tradiciones de los estadounidenses, tarde o temprano, se exporten a otros países, con mejor o peor resultado; le dicen la Tierra de la Libertad pero en realidad es solo la tierra del consumismo, a secas. En los últimos años los comercios de otros países han adoptado la moda, lo ven como una forma de incrementar las ventas, ofreciendo “descuentos” o promociones especiales, en la practica no es más que una forma de hacer espacio para nueva mercadería, la que será vendida durante diciembre, bajo el pretexto de la Navidad.

Aun así asistimos a la pequeña farsa comercial, pero sin las avalanchas de gente agarrándose de los pelos por un maldito tostador (algo es algo). No quiero ser malinterpretada, sí que hice compras ese día, tenía un objetivo más o menos definido, sabía que lo de los descuentos no aplicaría a toda la mercadería, el famoso “aplica solo con productos seleccionados” queda implícito. Mi primer objetivo era adquirir dos pares de zapatillas de deporte, al final solo pude comprar uno, que además no era de los modelos con descuento...

El otro objetivo era comprar un par de sandalias con suela de madera, de tipo ortopédico, ya que uno de mis pies es algo perezoso y su arco no destaca mucho. Estuve más de 20 minutos en la tienda, esperando que sacaran el modelo que quería, me las probé, el descuento era del 20%, estaba en caja, esperando, otra vez, a que me cobrasen, pero nada, la cajera lanzaba pregunta tras pregunta a otro cliente, que se la había pasado pidiendo que le saquen varios productos, y yo ahí, muerta del asco de tener que esperar tanto, tamborileando los dedos, el modo agresivo pasivo es uno de mis encantos naturales. Al final me harté y salí de ahí, compraré las sandalias en unas semanas, pero lo haré en otra de las sucursales de la tienda.

Luego del disgusto, solo por curiosidad, entré en la tienda de cierto fabricante de electrónica, pregunté por un reproductor de MP3, ya que el mío, uno de esos con manzanita mordida, estaba en uso desde el 2009 y ya tenía problemas con la carga / transferencia de archivos... Mi sorpresa fue que sí que tenían un par a la venta y aunque el valor, ya con el 20% de descuento, se escapaba un poco mucho de lo que pensaba gastar, terminé por adquirirlo, amo escuchar música o evadirme de lo que me rodea, tanto tiempo como me sea posible.

Clara se encontraba disfrutando de una bien merecida taza de té luego de un día de arduo trabajo. Lo acompañaba con galletitas y resolvía un crucigrama, uno de sus pasatiempos predilectos. Sin embargo, los problemas y pequeñas distracciones, siempre están al orden del día y así fue como su gatito, Bolita, le dio un susto al saltar sobre su regazo y, ni corto ni perezoso, el minimo dejó caer un dedo humano sobre el plato de galletitas.

-¡Pero que diablillo eres! Mamá ya te ha dicho que no te acerques a su habitación especial. Dijo Clara con dulzura, mientras acariciaba el lomo del gato.

#Clara